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salon de unas cartel

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Al espíritu neurótico y al ánimo psicoanalítico de Woody Allen le ha nacido un hijo. Y tenía que ser en la Argentina, esta vez bajo la dirección sonriente y encomiable de Gonzalo Garcia Pelayo, que firma la dirección de una comedia desmedida, con unas gotas de malentendidos a lo Billy Wilder, y le hace un corte al biés a una relación atípica de pareja de tres (o de cuatro, que al final tampoco esto queda claro), así como los cuartetos del carnaval, en Cádiz, pueden ser de tres o como los dedos de una mano en el “Salón de uñas” pueden ser de más o menos cinco dedos, por puro capricho o por aproximación.

Esta historia de un trío de dos, o una pareja de tres (o cuatro), es tan desconcertante y transgresora como suele ser habitual en el universo interpersonal de García-Pelayo desde sus inicios, aunque esta vez sin el aparataje erótico evidente de otras ocasiones. El erotismo aquí es un trasfondo mitológico que aparece congelado, como un pez absurdo, y se convierte en una delirante y divertida obsesión, momificada en la maniática necesidad naïf que sienten sus protagonistas, quienes parecen haber interiorizado aquello de Alejandro Dumas hijo de que “el matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres”, a lo que Oscar Wilde añadió más ironía con aquello de que “el matrimonio es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia”.

Es bien sabido que en todo matrimonio que dure más de unas semanas se acumulan razones de sobra para el divorcio, lo q tal vez hizo concluir a Woody Allen que “algunos se casan por la iglesia y otros por idiotas”. En la pareja de “Salón de uñas” no es estrictamente el matrimonio lo que les ocupa, pero valdría señalar que no parecen plantearse el divorcio o la separación y ni siquiera, como alguien dijo…, el asesinato.

Al final, un trauma por unos playmobil lanzados por la ventana constituye la causa principal de salvación de la felicidad de la pareja. Francamente divertida.
He dicho.

Lo dijo Pepe Masai, escritor y periodista que escribe poco de cine. Gracias Pepe.

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