…de «Eloísa y las niñas toman un helado», este título y las jovencitas me llevaron a que todavía no había visto yo «Niñas» (2014), y sí «Niñas 2» hace dos años.
Así que esta tarde me la he puesto para ver a esas adolescentes de la segunda parte con unos años menos y poder sumergirme en una historia blanca que parece que tendrá una especie de reverberación en una tercera en tierras argentinas.
«Niñas» se derrama en ecos familiares, se enardece de orgullo femenino en ese «gineceo» que bellamente explora Gonzalo en cada uno de los rostros de sus nietas e hijas y sus conversaciones con sabor a vida. Hecha de momentos tan cándidos, cotidianos como esenciales, nos contagia del amor a su familia, del trocito dedicado a cada una impagable porque nos reflejamos de alguna forma en ellos.
Primeros planos que hacen de la sencillez lo excepcional, de lo cotidiano, una fiesta. Celebración de estar juntos, de aprovechar lo que ya está preso en imágenes y nunca será igual. Más que nada, hoy se percibe que está hecha sabiendo del presente y del futuro. De una familia enorme, de sus momentos de reencuentro, de la llegada de dos nuevos miembros, espacios de la emoción, de disfrute, frescura, de baile y música, siempre música. ¡Hasta con un corto insertado dentro! Esta película es imperecedera…
Gonzalo siempre sorprendiendo, siempre explorando y olfateando trozos de vida, haciendo de la mujer su protagonista.
(Ah, y es una de las favoritas de Javier García-Pelayo, no me extraña).