Crítica de «Amigas en un camino de campo»
Festival de San Sebastián 2022: crítica de «Amigas en un camino de campo», de Santiago Loza (Zabaltegi-Tabakalera)
Dos amigas salen a la búsqueda de un meteorito que supuestamente cayó cerca de la zona en la que viven en este minimalista drama del realizador de «La Paz».
“Siempre con las cosas
la ropa
los platos
los huevos duros
el agua de la canilla
los juguetes tirados
lo caliente
lo frío
lo suave
lo pesado
las cosas que entran
en una mano
eso es lo que tengo
para armar un mundo.
“Las cosas”, de Roberta Iannamico.
Las (im)posibilidades de filmar en pandemia les presentaron todo tipo de problemas e inconvenientes a muchos cineastas. Uno puede pensar –y, viendo la película, confirmar– que para Santiago Loza no fueron demasiadas las dificultades. Es un cineasta que por lo general se maneja muy bien dentro de un minimalismo que incluye tanto personajes como, en algunos casos, locaciones, algo que también se refleja en sus obras teatrales, muchas de las cuales son unipersonales.
AMIGAS EN UN CAMINO DE CAMPO confirma esa idea. Puede haber sido una película filmada en un marco de muchas restricciones, pero se siente, de principio a fin, como una película absolutamente propia, conectada con el resto de la obra del realizador, y sin alteraciones a un “sistema” –si se lo puede llamar de esa manera– casi patentado por el cordobés. Producido por la “filial local” de Gong Cine, la productora del prolífico realizador español Gonzalo García Pelayo (que también produce todas las películas de Lucía Seles), el film de Loza saca provecho de esas limitaciones, las convierte en ventajas
La excusa narrativa es, como en BREVE HISTORIA DEL PLANETA VERDE (actualmente disponible en MUBI), propia de la ciencia ficción, pero su desarrollo apenas coquetea, muy de lejos, con el género. Aquí todo empieza cuando una piedra, quizás un meteorito, cae del cielo, en un pueblo muy tranquilo (la película se rodó en Villa Ventana, al sur de la provincia de Buenos Aires). El rumor de esa caída atraviesa la zona en la que vive Sandra (Eva Bianco), una mujer bastante solitaria, endurecida y por momentos hasta algo hosca que quiere salir a ver dónde cayó el “ovni” en cuestión.
De a poco iremos conociendo más acerca de la vida de Sandra, de la relación que tiene con su hija Nora (Jazmín Carballo), quien viene a visitarla pero con la que no se lleva del todo bien, y de su amistad con Tere (Anabella Bacigalupo), que decide acompañarla en ese recorrido por zonas entre rurales y algo desérticas en las que, de a poco, comienzan a soltar ciertas tensiones y asuntos pendientes del pasado.
En el camino, además, se cruzan con algunos vecinos con los que tienen breves diálogos y con otros “buscadores” del objeto celestial. En algún sentido, el meteorito (si es que se trata de eso) funciona como una excusa para que las dos amigas se tomen el tiempo de caminar, conversar y sacar afuera algunas cuentas pendientes, que involucran a una tercera amiga, ausente.
De tanto en tanto, Loza dejará a las dos mujeres para ocuparse de Nora, de su vida personal y de sus relaciones, que incluye a la que tiene con su madre pero también otras que son propias. Son todos caminos, recorridos, de un pequeño grupo de mujeres por un paisaje que es físico y real pero también mental y emocional.
AMIGAS EN UN CAMINO DE CAMPO no abandonará por completo su relación con la ciencia-ficción, ya que en algún momento tendrán que lidiar con eso que buscan, pero la principal relación de la película es con la poesía, que es parte indirecta de su “trama” desde el comienzo. Allí es central la figura de la poeta Roberta Iannamico, que vive en la zona y cuyos versos no solo parecen haber inspirado la historia sino que también se escuchan en la película, versos cuya simpleza y verdad emocional conectan a la perfección con el tono que posee la película.
Fuente: https://www.micropsiacine.com